viernes, 2 de agosto de 2013

De incidentes y sorpresas

Este año las vacaciones empezaron de una forma inusual: cambio de billetes tres días antes (lo cual supuso que no supiera en qué día vivo), llena de despistes (me he dejado ropa y medicación en casa y ahora sobrevivo al polen, así, a pelo), me vine sin matricularme de ningún curso (al día siguiente me subía por las paredes porque tenía mucho tiempo libre pero ya lo he solucionado)... Una vez en el destino las cosas en algunos aspectos no parecieron mejorar: cada día me doy cuenta de que me falta algo nuevo y en el metro al menos una vez al día me paso la estación de destino por ir pensando en las musarañas (será que me he tomado en serio eso de desconectar).

Por otro lado he de reconocer que sin embargo este año me he llevado muy gratas alegrías: 
  • Para empezar este país de la lluvia me ha sorprendido con dos días de un son espléndido (quizás tendría que haberles sacado más partido y haberme despelotado en medio de la calle para que el sol me tiñera un poco la piel... pero la idea de visitar las cárceles inglesas por escándalo público no me llamaba la atención). Ahora estoy en fase de reconciliación con el tiempo
  • He descubierto que también es posible ir en bus sin morir en el intento (es decir, no te pierdes durante 8h y tampoco mueres de inanición como yo creía). Ahora sólo me queda encontrar una aplicación en el móvil que me permita saber dónde está la parada más cerca para ir de un sitio a otro en el mínimo tiempo posible. De inanición no moriré, pero de cansancio de patear calles para encontrar la parada adecuada...
  • Mi sentido de la orientación a pesar de ser algo desastroso, todavía me permite reconocer una tienda que vi hace un año (sí, reconocí una calle por una óptica y a continuación una tienda de utensilios marineros --> no entiendo para qué tanto utensilio si luego aquí no hay forma de encontrar pescado fresco que no esté a precio de caviar).
  • Además en Londres hay parques! (claro, yo sólo conocía el metro subterráneo) y lo mejor de todo es que en esos parques tienen incluso piscina (que habrá que estrenar próximamente aprovechando el solecito).

Y después de todos estos descubrimientos hechos la mayoría por ir a pie durante horas y horas... mis agujetas y yo procedemos a darnos un respiro. Una siestecilla (a las 8 de la tarde) antes de salir otra vez a recorrer la city.

PD. Lo de andar mucho es verídico, tanto que hoy me he tenido que comprar unos playeros nuevos (del Primark, nada de excesos ya que entre otras de las cosas que me olvidé en España una fue el dinero) para aguantar el mes, ya que los que traje ya algo gastados han pasado a mejor vida. 


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