En fin, ayer tuvo lugar el gran espectáculo: un montón de patos moviéndose (que no bailando) al son de la música. Después de ver a una pulga amaestrada (típico juego que te hacen cuando eres pequeño) esto es lo más sorprende y escalofriante al mismo tiempo, que te puedas encontrar. Todo empezó de una manera extraña, pero cuando vi bajar a aquel profe de salsa de su moto, con la camiseta semitransparente mi cara de estupefacción era increíble, cuando se quitó el casco y me dijeron que era un africano albino, la cara de estupefacción increíble, se convirtió en incredulidad. De todos modos, lo que sin ningún lugar a dudas me rompió los esquemas, fue ver como uno de los alumnos había decidido vestirse para la ocasión con una camisa con palmeras, una playa y completamente naranja... por dentro de aquellos pantalones al estilo Steve Urkel, y la raya del pelo a un lado, sin palabras me dejó (y eso sí que es difícil).
El curso era claramente para principiantes... Al cabo de media hora me di cuenta de que la mitad de nosotros estábamos descalzos, nos peleábamos por estar delante del ventilador y en la cara del profesor podía ver medio un deseo de suicidarse por haberse encomendado a la tan terrible misión de enseñarnos a desentumecernos (es que a eso no se le podía llamar "bailar"). Después de una pausa con cocktail incluído, no sé si es que estábamos más desinhibidos por eso del alcohol, o es que con alcohol todo se ve de otra manera, pero aparentemente hidratarnos nos sentó bien. Un poco de baile en parejas, cambio de parejas, repetición de parejas... Un aplauso y cada uno para su casa a practicar lo aprendido. Como ya teníamos el gusanillo metido en el cuerpo, y una gusa increíble después de 2 intensas horas de movimiento, nos fuimos a cenar a una especie de bar-pub-restaurante de salsa. Un poco de comida, otro poco de bebida, nos dirigimos hacia la pista para deslumbrar a todo el mundo con nuestro arte... pero al llegar nos dimos cuenta de que aquello estaba lleno de profesionales del mundo de la danza (que quedan allí los martes), así que nos quedamos hacia un lado tomando algo. A eso de medianoche decidí volverme para casa, no coger el coche, e ir a por el tranvía.
Así terminó mi día en el mundo del baile, tomado este riesgo creo que hacer submarinismo y nadar entre tiburones no debería de tener mucho problema para mi, ¡¡eso no es nada!!
El curso era claramente para principiantes... Al cabo de media hora me di cuenta de que la mitad de nosotros estábamos descalzos, nos peleábamos por estar delante del ventilador y en la cara del profesor podía ver medio un deseo de suicidarse por haberse encomendado a la tan terrible misión de enseñarnos a desentumecernos (es que a eso no se le podía llamar "bailar"). Después de una pausa con cocktail incluído, no sé si es que estábamos más desinhibidos por eso del alcohol, o es que con alcohol todo se ve de otra manera, pero aparentemente hidratarnos nos sentó bien. Un poco de baile en parejas, cambio de parejas, repetición de parejas... Un aplauso y cada uno para su casa a practicar lo aprendido. Como ya teníamos el gusanillo metido en el cuerpo, y una gusa increíble después de 2 intensas horas de movimiento, nos fuimos a cenar a una especie de bar-pub-restaurante de salsa. Un poco de comida, otro poco de bebida, nos dirigimos hacia la pista para deslumbrar a todo el mundo con nuestro arte... pero al llegar nos dimos cuenta de que aquello estaba lleno de profesionales del mundo de la danza (que quedan allí los martes), así que nos quedamos hacia un lado tomando algo. A eso de medianoche decidí volverme para casa, no coger el coche, e ir a por el tranvía.
Así terminó mi día en el mundo del baile, tomado este riesgo creo que hacer submarinismo y nadar entre tiburones no debería de tener mucho problema para mi, ¡¡eso no es nada!!